La noche caerá sobre todos nosotros, y cae. Todos nosotros implotaremos, mientras los otros siguen moviéndose, como todos los días. Nada inmuta la marea eterna, ni siquiera la masacre de mil destinos. Todo seguiría fluyendo perfecto aunque estuviera condenado a perecer inexorablemente en cuestión de instantes. Es el único absoluto puro e indiscutible, basado en nada, solo azar y la inegabilidad de cada hecho y suceso. El destino esta condenado a no existir, solo seguir esperando a dar la vuelta a la esquina, para encontrarse por única vez, con lo que siempre sería y hasta entonces nunca fue.

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